El embotellado del vino es el proceso final en la vida de un vino. La botella de vidrio es el envase más aconsejable puesto que permite que el vino conserve sus cualidades y evolucione.
Antes de embotellar un vino hay que clarificarlo para que sea un vino limpio y con ausencia de turbidez. Otro de los procesos que debe llevarse a cabo es la estabilización, para lograr que la limpidez del vino se mantenga con el paso del tiempo. Por último, y como complemento de la clarificación, se procede al filtrado del vino.
El proceso del embotellado debe realizarse de forma rápida y ágil para intentar que el vino se oxigene lo menos posible. Si se disuelve oxígeno en exceso, el vino podría llegar a oxidarse. Tras el lavado de las botellas, el primer paso del proceso de embotellado sería el llenado
El segundo paso sería el cierre. El método más utilizado es el corcho debido a sus elevadas propiedades de estanqueidad. La elección del tapón depende del vino que se quiera embotellar. Para los vinos de consumo rápido, se opta por cierres sencillos y baratos mientras que los vinos de larga estancia se seleccionarán corchos de alta calidad.
El encapsulado del vino dota a la botella de un sistema de precinta, mientras que el último paso del proceso sería el etiquetado de la botella.
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